MAMA HAMPI
En la casa de Mama Hampi
Mama Hampi,
dentro de su casita de ch’illiwa
adormecida por el tayta inti;
hierve vino caliente sudado por la chacra, en el fogón donde arden las lágrimas
de una madre desesperada,
que piensa que su wawa se muere,
mientras en su cantarito de Liqichu dormido,
va mezclando y quemando
la santísima tierra muerta de cementerio,
con
los pelos asustados y uñas desesperadas de la madre del niño que muere en llanto,
vierte sus elementos cosmogónicos cantando las oraciones
secretas ordenadas en las infusiones,
que se hechizan en los elementos para no perderlo al recién nacido.
En la istalla
encima de una mesa de madera vieja donde se hace
el pan en las mañanas, los taytas cantan.
Hoja de coca:
—Raphillaypi
qhaway, En mis hojas mira,
—¡Mamitay ama llakikuychu!
¡Madre no te preocupes!
—Wawayki allillanmi puripunqa. Tu hijo muy bien se irá.
—Hampita tariy. Encuentra el remedio.
—Ratulla, ratulla, ratulla… Rápido, rápido, rápido…
—Tiempolla atipasunki.
Te ganará
el tiempo.
—¡Wawitataq chiqapta wañurqunman...!
¡Qué tal el niñito se muere de verdad…!
Ch’illiwa: Paja. Tayta: Padre. Inti: Sol.
Liqichu: Ave fría andina que habita en las zonas altas de Puno.
Istalla: Pañoleta tejida
de hilos
de lana
de diferentes colores,
para usos
ceremoniales.
Tayta: Padre.
SECRETO E IMPLORACIÓN
La hojita de la coca vestidita con sangre de
uva, ha conversado encima de la istalla
que duerme plácidamente, mientras le susurra a Mama Hampi que apure
la curación.
En tanto esa niña, bendición de los Apus y la Pachamama
como así lo llaman sus padres,
llora sin parar a sus cortos veinte días de
nacida, ya no puede dormir en las noches ni en el día.
La fiebre se la está llevando
como su madre falsa;
se la va robando de pedazo en pedazo, despacio y poco a poco,
se va comiendo a la wawa,
empezando
de su ahayu o su ánimo, mientras su cuerpecito adelgaza.
La madre que cura le implora a la hoja de coca, en tanto la moja en vino, para que ella le cuente los secretos para curarla, ella hace su pedido a sus
dioses menores que viven en el horno donde se hace pan:
—Mama Hampi: ¡Mama
nina, Mamá kuka,
Awichitay, mamitay yanapariway!
¡Madre del fuego, madre coca, abuelita, madrecita ayúdame!
—Kay wawitata,
Por este niñito.
—Hap’in, Hanaq pacha, Machu wayra.
Le ha agarrado el mundo de arriba, el viento viejo.
—Chay millay qhayqakuna mancharichin. Lo han asustado
esas malas energías.
—Mamanmi pachaman rikurichin chayraykum pasaqta waqarichkan.
Su madre la hizo ver al cielo, por eso está llorando.
—Waqyaripuway animunta kay wawaypaqta, pasaq yachayniyuq.
Llámamelo su ánimo de este angelito, tú tienes mucha sabiduría.
—Pasaq atiyniyuq kanki, urqhuriy suq’a millaykunata, kay wawitaqta.
Tienes mucho poder, sácamelo esos malos espíritus de esta wawita.
—Millay wayra achachilakuna pusarqapuchkan.
Los vientos viejos se lo están llevando.
—Manañataqchu mamitanwan kutipunqa.
O ya no regresará con su madrecita.
(Diálogo
de una Mama Hampi con la hoja de
coca, y la Mama nina, mientras
lectura la coca encima de una istalla).
Mama Hampi: Madre curandera.
Mama Nina: Madre del fuego.
Diosa del cielo
de relámpagos
Los colores se disipan paridos en la luna roja
¡Mama hampi!
eres como la quinua en el sol pretérito, diosa del cielo de relámpagos y rito,
llevas en el corazón granizadas de sanación,
en tus polleras estruendosas laten los sueños de curación.
Mama Hampi,
señora de istallas vibrantes, creadora de vida y universos que soñando acariciamos.
Mama Hampi,
campana con pecho de hojas de coca es tu aliento, envidiada albendera de la brisa,
sanadora de estaciones para recién nacidos,
señora de los apus, madre que esboza hipnotizada a la pachamama,
tu voz palpitante guía a tu vientre a esos niños inconclusos que se acurrucan cuando sus ajayus se disipan en el cosmos.
Madre hojarasca, entona la oración, huayno de las cantutas hambrientas, habla el idioma de tu nación,
corre al templo de tu fogón, fuego de las adivinanzas, trepadora de acertijos, aurora de los vivos,
¿cuéntame quién eres señora de los relámpagos?
[ 40 ]
Ulula, ulula el juku, juku resopla en mis oídos llevo las chispas, chispas, chispas de sabiduría,
soy todos los continentes hambrientos,
soy mujer de avena naciente de dos mundos, en otro período
soy luna poseída,
curandera de caminos
rotos, consorte de los tiempos que se leen
para las almas recién nacidas que se pierden
a quienes retorno del reino colosal del uku pacha.
Soy el infinito de las montañas muertas. Recorro el alumbre de las estelas de
orión mientras limpio mi olfato
de sextas del
fuego moreno
istallas repletas de calvo vino
crecen en flores de mostaza las estepas y sus secretos, soy mística de escaramuzas para
quienes me imploran.
Soy remedio
y calma en el confín
de la nada y el todo.
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